Aunque el ‘término demencia senil’ está muy extendido, no existe un trastorno médico como tal que reciba este nombre. La demencia supone un deterioro de las capacidades cognitivas de una persona y el concepto ‘senil’ alude a la tercera edad. De este modo, se entiende por ‘demencia senil’ el deterioro cognitivo que afecta a las personas mayores (aunque cabe recalcar que hacerse mayor no tiene por qué implicar desarrollar esta condición).
Algunos síntomas de demencia senil en ancianos son: la pérdida de memoria, la falta de entendimiento, la desorientación, los cambios en el carácter o el deterioro de las funciones motrices, entre otros. Por consiguiente, puede entenderse que aquellas personas encargadas de cuidar a una persona demente tengan ciertas dificultades a la hora de abordar esta situación.
A continuación, se comparten 6 consejos que pueden ayudar a enfocar los cuidados de un anciano que muestra indicios de padecer este trastorno. ¡Sigue leyendo!
El apoyo y los cuidados son necesarios
Una vez se sepa que nuestro familiar padece de demencia senil, será necesario volcarse en él. Conforme avance el trastorno, su nivel de dependencia también crecerá, por lo que la ayuda que se le brinde deberá aumentar de forma proporcional. Contar con el apoyo de una cuidadora de mayores a domicilio permite brindarle al anciano unos cuidados profesionales y de calidad, adaptados a sus necesidades. Este servicio también proporciona a las familias una gran tranquilidad y seguridad.
Es importante que la persona que atienda al mayor sepa cómo cuidar a personas con demencia senil, ya que debe estar familiarizada con este trastorno u otros similares. En este sentido, se debe valorar que la profesional haya realizado algún curso para la demencia y el alzhéimer, en el que haya aprendido las características de estos trastornos y qué cuidados específicos requiere un usuario que los padezca.
Los hábitos y las rutinas: los mejores aliados contra la demencia senil
Una persona con demencia tiene dificultades para recordar las cosas del día a día. Por eso, establecer rutinas ayuda a que el mayor no se desoriente con tanta facilidad y sienta una mayor seguridad y tranquilidad. Algunos de los beneficios de las rutinas en personas con demencia son los siguientes:
- Proporcionan al anciano seguridad. Es más difícil olvidar una tarea o actividad que se realiza diariamente que una tarea que se realiza de vez en cuando.
- Reducen el estrés y la ansiedad. Si algo desconcierta a un anciano demente es la inestabilidad y los cambios. Lo previsible es necesario para saber exactamente qué esperar.
- Permiten que el cuidador esté más tranquilo. Como el adulto mayor se siente cómodo siguiendo una rutina, es más improbable que éste reaccione de manera violenta o intempestiva. El cuidador puede manejar mejor una situación controlada en la que el anciano se siente cómodo.
- Otorga cierto grado de independencia. Todo depende de la fase en la que se encuentre el trastorno, pero es cierto que la adquisición de hábitos facilita que el mayor pueda realizar las tareas diarias sin requerir de ayuda constante. No obstante, la cuidadora debe permanecer pendiente, por si se produjera cualquier alteración que desoriente al usuario.
Como parte de esta rutina es importante que se trate de mantener siempre los mismos cuidadores a cargo del anciano. Si distintas personas se ocupan de él o se van turnando, el mayor podría sentirse abrumado y perdido.
A medida que avanza la demencia, las rutinas deberán ajustarse a las nuevas necesidades que va presentando el mayor, no obstante, la realización de ejercicio físico debería mantenerse como una constante siempre que se pueda. Dar un paseo, hacer algunos estiramientos o incluso bailar, son actividades sencillas con las que promover el envejecimiento activo. Además, también ayudan a mantener un buen estado de salud físico y a retrasar el deterioro cognitivo.
Es mejor resolver los asuntos legales a tiempo
Algo que muchas veces no se tiene en cuenta hasta que es demasiado tarde es que llegará un momento en el que la persona que sufre demencia no tenga la capacidad de tomar decisiones. Por esta razón, es importante prestar atención a los primeros síntomas del trastorno y, en cuanto se identifiquen, dejar atados varios temas burocráticos: procesos bancarios, seguros, facturas, autorizaciones, etc.
Si esto no se hace a tiempo, más a delante quizás habría que iniciar largos y complejos procesos legales que aumentarán la tensión de una situación que de por sí ya es estresante.
Prestar atención al bienestar del cuidador
Cuidar a una persona con demencia senil o con cualquier otra patología es una tarea muy exigente que puede provocar un gran desgaste. Un cuidador que no esté bien preparado y mentalizado podría desarrollar problemas de estrés y de ansiedad. Por eso, es importante que el profesional preste atención a sus propias necesidades y vele por su salud física y mental.
Poder desconectar durante el tiempo libre es imprescindible para ‘cargar las pilas’. La realización de actividad física también ayuda a despejar la mente. En definitiva, aunque la cuidadora se implique en el cuidado y atención del adulto mayor con demencia, no debe descuidar su propio bienestar y sus necesidades.
La importancia de respetar el espacio personal
Cuando uno se enfrenta a los cuidados de una persona dependiente, puede caer en el error de tratar de invadir demasiado su espacio personal con el fin de evitar accidentes. Sin embargo, invadir demasiado este espacio, lejos de ser beneficioso, puede contribuir a aumentar su grado de dependencia, provocando bastante malestar. La persona con demencia puede sentirse como una ‘marioneta’ de su cuidador y esto puede derivar en crisis de irascibilidad.
El profesional de los cuidados debe procurar estimular lo máximo posible la autonomía del usuario, permitiéndole realizar tareas por sí mismo, aunque siempre manteniendo la supervisión. Para ello, la paciencia es, quizás, la característica que más buscan las familias a la hora de contratar una cuidadora de personas mayores a domicilio.
Saber mantener la calma ante los comportamientos agresivos
La cuidadora debe recordar que la persona mayor con demencia senil no tiene nada en contra de ella. Un comportamiento agresivo es signo de que el anciano se siente desorientado, aturdido o abrumado. Lo mejor es no tomarse nada como algo personal y no responder con más agresividad, pues esto sólo empeoraría la situación.
En su lugar, buscar actividades que ayuden al mayor a calmarse y distraerse de aquello que le ha provocado malestar será la mejor opción. Mantener un tono de voz agradable, ofrecer gestos de cariños y restar importancia a lo sucedido permitirá que el paciente se sienta mejor y que mantenga la calma.
En caso de que la situación se torne insostenible y las crisis de irascibilidad vayan en aumento, habría que valorar la posibilidad de solicitar ayuda médica, pues quizás sea necesario suministrar medicación al usuario.
Como vemos, el cuidado de la demencia en el hogar supone un reto tanto para los cuidadores como para los familiares y demás personas del entorno del anciano. No obstante, brindar ayuda y cuidados de calidad a una persona mayor que está atravesando esta difícil situación es más que gratificante.
Los cuidadores de personas con demencia senil deben contar con una buena preparación y experiencia en trastornos que supongan un deterioro cognitivo. Por eso, la apuesta por una buena formación se convierte en la clave que permite entender correctamente los cuidados específicos que requieren las personas que sufren por este y otros trastornos.