¿Sabes qué es el síndrome del cuidador? ¿No? Seguro que has escuchado las siguientes expresiones alguna vez de un familiar, o incluso, tú mismo las has usado:
- “No puedo dejar a mis padres solos”.
- “Tengo que ser yo quien los cuide”.
- “No tengo todo el tiempo que ellos se merecen”.
Día tras día, en Aiudo, nuestros psicólogos escuchan estas duras palabras de hijos o familiares de personas dependientes.
Tienes que saber, que atender a una persona dependiente requiere de mucha dedicación, tiempo y sobre todo de conocimiento. No es algo sencillo.
¿En qué consiste el síndrome del cuidador?
Cuando nuestros mayores nos necesitan queremos ser los primeros en ayudarlos, aunque esto suponga un enorme desgaste o incluso no sepamos hacerlo correctamente.
De hecho, normalmente es alguien de la familia quien asumen el cuidado y la responsabilidad de la persona dependiente.
El conocimiento de los males concretos de la persona dependiente también supone una contribución sustancial. De esta manera, se ponen las evoluciones de la enfermedad en contexto. La actualización teórica y práctica se puede adquirir mediante la asistencia a un curso de gestión emocional de las personas cuidadoras.
Pero hay que saber que, ayudar a un ser querido en su momento más vulnerable es un gesto de amor que puede suponer una carga física y psicológica que acaba por afectar a la salud del propio cuidador.
El síndrome del cuidador es un trastorno que se presenta a raíz de una sobrecarga emocional y física causada por esta nueva situación.
Un delicado momento en el que los roles familiares y el reparto de tareas no varían, se acumulan los momentos de estrés y no se recibe el apoyo esperado por el entorno más cercano.
En general, sobrevienen muchas situaciones nuevas que desconocemos cómo manejar y que afectan notablemente a la persona que se encarga de los cuidados de la persona dependiente.
¿Padezco el síndrome del cuidador?
Las personas que padecen el síndrome del cuidador suelen verse sobrepasadas y tener una sensación de frustración al comprobar que no llegan a todo lo que deberían hacer.
Además, colocan en segunda posición su bienestar emocional y físico, olvidándose de actividades que les gustan, perdiendo su independencia conforme el enfermo o persona dependiente requiere más cuidados.
“Las personas que sufren el síndrome del cuidador descuidan su bienestar emocional”.
Estas personas llegan a responsabilizarse totalmente de las visitas médicas, de la alimentación, higiene y medicación del afectado, lo que hace que la calidad de vida del cuidador decaiga enormemente.
Todos ellos son síntomas de alarma, que harán que la persona que empieza a sufrir el síndrome del cuidador colapse al verse superado por esta situación.
Por eso, recomendamos que la persona que lo sufre pare, respire y evalúe qué cambios puede hacer para, sin reducir los cuidados de la persona dependiente, que su calidad de vida no se vea afectada en tales dimensiones.
Fases de este trastorno emocional
En un primer momento, cuando la nueva situación aparece, el cuidador tomará el rol de líder. Un líder que por amor asume el papel de cuidador principal cargándose a sus espaldas la responsabilidad total de los cuidados y atenciones de su familiar.
Pasado un tiempo, este cuidador se dará cuenta de la diferencia existente entre sus capacidades y las necesidades existentes.
Ya que verá desaparecer el tiempo frente a sus ojos, y entonces, empleará más y más esfuerzos para intentar llegar a todo. Este es un momento crucial. Es en el que el cuidador necesita más apoyo y quizás en el que menos lo percibe, lo que supone que sus fuerzas se vayan agotando poco a poco.
Síntomas para detectarlo
Entonces, cuando estos cuidados perduran en el tiempo, es cuando empiezan a aparecer los fuertes síntomas del síndrome del cuidador como:
- Agotamiento físico y mental.
- Depresión o ansiedad.
- Trastornos del sueño
- Modificaciones drásticas en apetito y peso.
- Abuso de alcohol, tabaco u otras drogas.
- Problemas sociales y conductuales.
¿Cómo superar el síndrome del cuidador?
Desde el punto de vista de la psicología, esta sobrecarga física y mental con la que ha tenido que lidiar el cuidador se puede tratar retomando y modificando algunas actividades y comportamientos.
Aquí algunas pautas y consejos para superar el síndrome del cuidador:
1. Volver a realizar actividades de disfrute del pasado:
Retomar esos momentos que le dedicaba la persona a sí misma, como permitirse una ducha relajante, leer su libro favorito, visualizar un programa divertido en la televisión o dar paseos, será de gran ayuda.
Estas actividades permitirán al afectado volver a estar en sintonía con él mismo y que el tiempo que dedique a los demás sea un tiempo en el que posea más energía.
2. Crear hábitos de vida saludable:
Seguir una alimentación saludable y un buen horario de sueño hará que los niveles de energía de la persona sean óptimos y que no pierda el ritmo durante la semana.
3. Evitar pensamientos negativos y ser realista frente a la evolución del enfermo o familiar a su cargo:
Es posible que el nivel de dependencia de un familiar solo haga que agravarse pese a todos los esfuerzos del que sufre el síndrome del cuidador. Por ello, evitar los sentimientos de culpa o frustración es esencial, porque la persona lo está intentando todo, no es su culpa.
Los recursos puestos, su atención y dedicación, en los momentos más duros de la persona dependiente, han sido la mayor muestra de amor pese a que, muchas veces, el final de la vida es inevitable.
4. Compartir la evolución de la persona dependiente con familiares y especialistas:
Hay que aceptar la enfermedad, compartir los sentimientos y los cuidados que la persona necesite con toda la familia y especialistas diversos.
El secreto se encuentra en focalizar los esfuerzos en pequeñas tareas que mejoren el bienestar en el entorno familiar.
5. No ser el único cuidador:
En los momentos de mayor necesidad no hay que dudar en pedir ayuda. No es signo de debilidad, es la respuesta de quien no posee más tiempo o conocimiento para poder ayudar.
El síndrome del cuidador quemado es un concepto procedente de los campos de la psicología y los cuidados que se acuñó a mediados de la década de los 70. Da nombre a una situación que ya se estaba constatando entre los voluntarios que se dedicaban a los servicios sociales (por ejemplo, con drogodependientes).
Casi medio siglo después, el síndrome de burnout (palabra anglosajona original para definir esta problemática) sigue generando desvelos. Las dinámicas cada vez más agobiantes de la vida moderna han exacerbado su impacto.
Por eso, vale la pena que sepas identificarlo y, sobre todo, combatirlo. A continuación, te damos algunas claves para prevenir y afrontar este inconveniente.
¿Cómo reconocer a un cuidador quemado?
Como sucede con otros cuadros patológicos, para evitar peores consecuencias, resulta fundamental contar con un diagnóstico certero. La detección temprana se revela como básica para que no se llegue a fases más agudas.
Este problema sucede, en especial, con las personas que se encuentran a cargo de otras que no pueden valerse por sí mismas. Nos referimos, a grandes rasgos, a personas dependientes (con grados relevantes de discapacidad) y personas mayores.
Estos perfiles requieren, por su falta de autonomía, unos cuidados muy amplios. Pueden llegar a abarcar incluso jornadas completas. Por lo tanto, se genera una relación compleja entre el dependiente y el cuidador. Estas dificultades se acentúan en casos como los de los afectados por el alzhéimer o las demencias. Ten en cuenta que la naturaleza neurodegenerativa de estas enfermedades los lleva a desarrollar actitudes imprevisibles e incluso desagradables.
Por su parte, estos contextos pueden producir frustración y sentimientos encontrados en el cuidador. Aparte de que las malas expectativas pueden desmoralizarle, es posible que llegue a poner en cuestión la valía de su trabajo.
La consecuencia de esta difícil gestión emocional es que el profesional de los cuidados puede caer en cuadros de ansiedad o depresión. A la tristeza que le crea la situación de la persona con dependencia se une el cansancio de una dedicación, en ocasiones, completa. Por lo tanto, puede surgir un evidente deterioro mental y físico. Existe, además, el riesgo de que el cuidador desatienda las necesidades sociales y elementales de nutrición e higiene.
La prevención del síndrome de burnout
Una vez somos capaces de identificar un cuidador quemado, conviene poner en práctica unos consejos para que ninguno acabe padeciendo su sintomatología. En ese sentido, lo primero que tienes que valorar es que el trabajador no es un ente aislado. Puede necesitar ayuda, aunque, a veces, por no parecer poco cualificado, no la pida.
Así que, como persona interesada en su buen hacer, debes estar encima de sus requerimientos. Es posible que requiera asistencia para repartir algunas labores que aligeren sus rutinas de cuidados. Tanto los familiares y amigos como otros profesionales del sector pueden echar una mano con la distribución de faenas.
Por otra parte, para que el cuidador esté al 100%, tiene que poner atención a sus propias necesidades. No ha de tener miedo a la hora de exteriorizarlas. Y, por último, en ningún caso debe dejar de lado la vida social o académica que tiene al margen de su relación con la persona que cuida. Asimismo, deberá promover, en la medida de lo posible, la autonomía del último.
En definitiva, el síndrome del cuidador quemado es un peligro para la persona dependiente dependiente y también para el propio cuidador. Aprende a identificar sus síntomas para dar la voz de alarma con rapidez.
Por todo lo explicado, en Aiudo llevamos años ayudando a numerosas familias mediante nuestro servicio especializado en el cuidado de personas mayores. Para que éstas sepan que es posible, con nuestra ayuda, darle una vida digna a la persona dependiente y mejorar también la suya.
Así que si crees que estás sufriendo el síndrome del cuidador déjanos ayudarte a ti también, porque de esa manera, podremos entre todos garantizar la felicidad y el bienestar del familiar a tu cargo.