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Cuidar sin derechos: el limbo legal que atrapa a las empleadas de hogar

Una chica joven con semblante triste mirando a la nada en su sofá.
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Carol tiene 56 años, y es trabajadora del hogar desde hace más de 30 años en España. Esta limeña de origen explica que ha sido víctima no solo de abusos laborales, como pueda ser la carga excesiva de trabajo, sino también de humillaciones y vejaciones de todo tipo.

En España, cientos de miles de mujeres, muchas migrantes, muchas invisibles, sostienen hogares ajenos y personas que requieren de una atención especial mientras sus derechos son ignorados.

Una de cada cuatro empleadas del hogar ha sufrido violencia en su trabajo, y muchas más viven atrapadas en la precariedad, sin contrato ni protección.

Es el dato que se recoge en un informe de El Salto Diario. Violencia que se manifiesta de múltiples formas: desde la física y verbal, incluso pasando por la económica, el abuso, acoso sexual o coacción emocional.

La inmensa mayoría de estas mujeres no solo están sometidas a jornadas interminables, muchas veces sin contrato ni alta en la Seguridad Social, sino que también viven bajo el miedo constante a ser despedidas, denunciadas por su situación administrativa o simplemente reemplazadas sin justificación.

Muchas de ellas son internas, lo que supone una convivencia forzada con sus empleadores, anulando toda separación entre vida laboral y personal.

Jornada interminables y sin poder decir nada

Dormía en un sofá en la cocina y trabajaba desde las seis de la mañana hasta las diez de la noche. Nunca tenía un día libre. Me gritaban si me sentaba cinco minutos”, así cuenta su experiencia Carol.

Otro testimonio, recogido por El Periódico del Voluntariado, es el de Carmen, boliviana, que fue víctima de acoso sexual por parte del marido de la casa donde trabajaba. “No podía decir nada, si hablaba me quedaba sin casa ni dinero para enviar a mis hijos. Me tocaba sin mi permiso. Yo solo bajaba la cabeza”.

Las empleadas del hogar continúan haciendo frente a jornadas laborales en muchos casos excesivas, a pesar de los avances legislativos recientes en materia de condiciones laborales.

Este fenómeno es especialmente preocupante entre las trabajadoras internas, quienes, debido a la naturaleza de su empleo, suelen estar disponibles para sus empleadores durante extensos periodos, lo que a menudo se traduce en una carga laboral desproporcionada.

Una chica joven sentada en un sofá mirando el suelo.

La legalidad en un limbo con avances insuficientes

En 2022, el Gobierno español aprobó un Real Decreto que equipara parcialmente los derechos de las trabajadoras del hogar con los del resto de trabajadores. También ratificó el Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo, que exige condiciones dignas y protección social para el trabajo doméstico. Sin embargo, la implementación ha sido lenta y, en muchos casos, insuficiente.

Aún hoy, muchas empleadas del hogar no tienen derecho al paro, no cotizan lo suficiente por la falta de contratos o se les niegan bajas médicas.

Además, al no figurar en el Estatuto de los Trabajadores, muchas de las garantías laborales básicas no les son aplicables.

El Observatorio de Violencia señala que las internas están especialmente expuestas: “La falta de supervisión en el domicilio privado crea un entorno propicio para la explotación y los abusos sin testigos”.

A pesar de la normativa existente, numerosos informes y testimonios revelan que muchas empleadas del hogar trabajan más de 60 horas semanales, sin los descansos adecuados y, en ocasiones, sin remuneración justa.

Por ejemplo, en Bizkaia, dos tercios de estas trabajadoras superan las 60 horas laborales semanales, y muchas carecen de descanso nocturno, lo que afecta a su salud directamente.

A esto hay que sumarle un porcentaje significativo de trabajadoras que realizan su labor sin un contrato formal. Según datos de 2024, el 36% de las trabajadoras domésticas en España trabajaba sin contrato y sin cotizar en la Seguridad Social, tal y como publica el Huffington Post.

Otro testimonio es el recogido por el medio alemán Spiegel, que dedica un amplio reportaje a bordar esta problemática. En él hablan con Karla Girón, quien estuvo siete años durmiendo en una minúscula habitación en la que sólo cabían un colchón tirado en el suelo, una mesita de noche con una lámpara y un perchero para la ropa.

El reportaje del diario alemán cuestiona que España, uno de los países de la UE que más crece actualmente, tenga en condiciones irregulares a muchas de las empleadas domésticas.

Una infografía de datos que muestra cifras de empleadas de hogar en el mundo que han sufrido violencia y la precariedad laboral.

¿Cómo revertir la situación?

Recientemente se ha avanzado en materia de consolidación de condiciones laborales y derechos de las trabajadoras del hogar. En diciembre de 2024, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea dictaminó que las empleadas del hogar no podían quedar excluidas del registro obligatorio de la jornada laboral, al igual que ocurre en otros sectores económicos.

Esta sentencia obliga a los empleadores domésticos a implementar sistemas de registro horario para garantizar el cumplimiento de la jornada laboral y proteger los derechos de las trabajadoras.

Seguimiento de casos del personal de empresas de cuidadores a domicilio

Una de las propuestas que más peso está cogiendo dentro del sector es realizar seguimientos en casos en los que más vulnerabilidad exista. Se trataría de una supervisión efectiva de las condiciones laborales de la trabajadora en los domicilios privados, mediante mecanismos que respeten la privacidad pero garanticen los derechos.

Inclusión plena en el Estatuto de los Trabajadores

Otra de las premisas pasa por incluir a este colectivo en el Estatuto de los Trabajadores. Esto conseguiría varios objetivos:

  • Plena equiparación de derechos laborales, como el derecho a indemnizaciones completas por despido improcedente, limitación legal de la jornada laboral, respetando horarios máximos, descansos y horas extra. Además, se les blindaría ante el despido y se avanzaría en materia de vacaciones retribuidas.
  • Mejora en la vigilancia y control de las condiciones laborales: ya que actualmente existen muchas trabas para el Ministerio de Trabajo a la hora de controlar acciones en domicilios privados.
  • Protección frente al abuso y acoso: se ampliarían los cauces judiciales y sindicales para denunciar abusos sin miedo a represalias.

Campañas de sensibilización

Inspección de Trabajo ya se ha puesto muy serio en la persecución de empleadores que se saltan la ley. En concreto, ya existen multas por pagar por debajo del SMI a una empleada de hogar, y pueden alcanzar hasta los 7.500 euros.

Pero es necesario hacer más hincapié, incluso usando los medios de comunicación para ello, en la obligatoriedad de realizar un contrato de trabajo a las empleadas de hogar.

Las empleadas del hogar han sido históricamente las grandes olvidadas del sistema laboral español. Aunque se han dado pasos hacia su reconocimiento, como la ratificación del Convenio 189 de la OIT y la aprobación de normativas que buscan mejorar sus condiciones, la realidad muestra que aún queda un largo camino por recorrer.

La persistencia de abusos, la falta de contratos y la invisibilidad social son síntomas de una estructura que necesita reformas profundas.

Es imperativo que la sociedad y las instituciones reconozcan el valor de estas trabajadoras, garantizando sus derechos y protegiéndolas de cualquier forma de explotación. Solo así será posible construir una sociedad más justa y equitativa, donde todas las personas, independientemente de su ocupación, sean tratadas con dignidad y respeto.

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